Meme from Forgiven

Para mantenerme en forma, suelo ir de dos a tres veces a la semana, al gimnasio, un día hago steps, otro aeróbic y el tercero spinning.

Pero el gimnasio no solo es un sítio para sudar como una puerca, hay mucho que ver y observar, no me refiero a los bombones esculturales, de esos no hay en mi gym, mi MN no se morirá de los celos, no.

En mi clase, por lo general somos siempre las mismas hace años, marujillas comprendidas entre los 30 y los 50, pero en la clase no está el espectáculo, no, está fuera, en la sala de máquinas.

Está la que yo denomino "la machorra", que tiene muchos más músculos que el resto de la humanidad y por supuesto mucho más grandes que un hombre.

A mi, personalmente, no me parece nada sexy, pero bueno si ella se gusta, pues ná, a seguir cultivando el músculo.

Luego está "la tangas", que se empeña en mostrarle al mundo su gran
colección de tangas de mil colores, texturas y estampados. Que mejor sítio que el gimnasio, donde no paras de agacharte, de un lado para otro y así como no quiere la cosa, pues enseña y le gusta que la miren.

Suelen tener buen tipillo y hacen alarde de eso, pero vamos que tampoco es pa tanto y seguro que tiene los tobillos gordos.

También está el de "la metamprfosis", este es el que entró hace un par de años hecho un canijillo de hombros caídos, espalda corbada y piernecillas de cangrejo.

A base de batidos de proteina, mucho levantamiento y Dios sabe que más, ha conseguido que la anchura de su espalda, sea equivalente a su altura.

Conforme van sacando espalda, van apareciendo paulatinamente tatujaes de toda clase por su cuerpo, desde la cabeza de índio en la pantorrilla, pasando por el dragón chino en un brazo, en el otro un trival sacado de que se yo, dónde y por último adornando su fornida espalda con un corazón enorme y una calavera agresiva.

Todo un personaje, de verdad.

Por último está "la desesperada", que es la que por más que salta y suda, no le sirve de nada, siempre está igual, sale colorada como un pimiento morrón, le sudan hasta las pestañas y mira que la pobre pone ganas, pero su cuerpo no reacciona químicamente a los estímulos de los ejercícios cardiovasculares, aunque después de todo no está del todo baja de forma.

Tengo que decir que, en ese grupo estoy yo.