El ático
El notario estaba sentado a pie de mesa, con un traje oscuro y corbata sobria, su rictus era siempre igual, no tenía la empatía suficiente para sentir y percibir la ilusión que transmitían Marta y Raul al adquirir las escrituras de su primera vivienda.
Raul trabajaba en el ayuntamiento de Barcelona, era uno de los arquitectos del departamento de urbanismo y Marta era periodista, escribía columnas de actualidad en un par de revistas de divulgación.
Ambos llevaban varios años viviendo juntos, pero siempre de alquiler, por lo que la adquisición de su piso era toda una novedad, habían comprado un ático centenario en las cercanías del mercado de Santa Catalina, desde la terraza se podía ver, a un lado la preciosa cubierta del mercado y al otro, a la lejanía el parque de la Ciudadela y la caida del sol entre los cipreses que lo rodean.
A Marta le fascinaban los altísimos techos de la vivienda con sus rosetones y molduras de origen, las racholas hidráulicas en un perfecto estado, a Raul sin embargo, le dejó prendado la terraza, el lugar idóneo para descansar y desconectar del mundanal ruido.
La feliz pareja no dejaba de entrar y salir de las habitaciones, hacíendo cábalas sobre si las pintaban de un blanco neutro o por el contrario se animarían con colores vivos, pero lo que no les dejó indiferentes era una de las cuatro habitaciones, en el techo de esta había una puerta con una cerradura oxidada, que adivinaba una escalera en su interior, de esas que bajan a la par que la puerta.
Ambos se la quedaron mirando y Marta dijo:
-Raul, súbete a ver que hay ahí.
-Sí, acércame esa silla, a ver que hay en la buardilla.
Raul se subió a una silla morada e intentó abrir la cerradura, pero era vieja y no tenía llave alguna, así que le dijo a Marta:
-Nena, mejor lo dejo para mañana y con un taladro la abro...pero cuando ví los planos del piso en el el ayuntamiento no constaba ninguna buardilla, que raro.
-Sí es extraño, no se...bueno, mejor cenamos y mañana será otro día.
Ambos se hicieron unos sandwiches para cenar y cayeron rendidos en su cama, la mudanza estaba siendo muy ajetreada.
De madrugada Marta se levantó para ir al baño y escuchó como si hubiese alguien en el piso de arriba, pero claro, era un ático no podía haber nadie, se metió en la cama y despertó a Raul, ambos se sentaron en la cama mirándose con asombro mientras escuchaban correteos, risas y llantos de niños.
A) Raul se levanta para abrir la puerta, cueste lo que cueste.
B) Se acuestan y se vuelven a dormir.
C) Se visten y se van del piso hasta el día siguiente.
Comentarios
Se levanta y abre la puerte aunque sea con los dientes, eso sí, cagadito de miedo por no saber lo que se puede encontrar, ¿lo mismo es una rata como un conejo?, aunque se oigan correteos y risas de niños, pueden venir de otro piso, se transmite el sonido por el hueco que hay entre el tejado y el falso techo.
¡Un besazo!
MIGUEL
Sombrerero: tú eliges la opción, la historia seguirá indistintamente de la continuación que se escoja, pero te digo que yo también salgo por patas.
Miguel:jajajaja, anda desmóntame la historia, no hay piso arriba ni filtraciones, los pisos antíguos no tienen tabiques, tienen muros de contención.
Menda: ya verás como Raul nos sale con más güevos que un toro. Yo también os he hechado de menos, pero jamía el trabajo me tiene "asorbia".
Stulti: jajaja, ya te digo, si no sales con los bolsillos vacios.
Carpe Diem
pero mirar, se mira!!
Conxa: quien sabe lo que habrá al otro lado...ni yo lo se todavía
Javier: jajaja, eso es lo que haría yo, pero es que Raul es muy valiente.
ESE CAFEEEEEEE ESE CAFEEEEEE
Ese Cafeeeee!!